LA ARMADURA DE DIOS -- David Yonggi Cho

Fecha: 5 de abril de 1998
Titulo del sermón: Vestid la armadura de Dios
Versículo de la Biblia: Efesios 6:12-18

Imagínese que está caminando por un camino de la montana en un día de invierno con tormenta de nieve. Si usted no lleva puesta ropa abrigadora, ni zapatos, ni doble medias, ni guantes, entonces no tardara mucho en sentirse el frio que le hará congelar todo su cuerpo, si no recibe ayuda inmediatamente, morirá congelado.
Asimismo en nuestra vida espiritual, si un cristiano no está vestido de la armadura de Dios, y camina como cualquier persona incrédula, entonces el diablo usara diferentes medios para atacarle y quitarle la fe, sean estos espíritus malos, espíritus inmundos, espíritu de mentira, espíritu de opresión, espíritu de adivinanza, espíritu de debilidad, espíritu de enfermedad y otros espíritus.
En Santiago 4:7-8 dice“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huira de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercara a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble animo, purificad vuestros corazones”. De modo que los cristianos debemos examinarnos siempre a nosotros mismos, para asegurarse de llevar puesto la armadura de Dios. Hoy vamos a tratar sobre estas armaduras de Dios.
Primero, debe ceñirse su lomo con la verdad. Pues, el lomo es el pilar del cuerpo humano, si se lastima no podrá usar todo su cuerpo. Tengo un amigo de mi edad que deseando mejorar su figura, practicaba deporte para tal efecto, pero en uno de esas prácticas se lastimo el lomo, en consecuencia está sufriendo de la neuralgia vertebral. Asimismo si se lastima el lomo, no podrá moverse; quebrantar el lomo implica, aprisionar a esa persona. Si nuestro lomo está sujeto a las filosofías, conocimientos, ciencias y religiones de este mundo, no podrá resistir a los ataques del diablo. Porque cuando lleguen las tentaciones como el huracán, ellos no le podrán sostenerle, más serán desarraigados completamente. Tal vez se levante un terremoto de muerte, entonces el lomo sostenido por filosofías, conocimientos, ciencias y religiones, se derrumbaran. Estas personas cuando el diablo atacare, sin poder defenderse, caerán. En Colosenses 2:8 dice“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. ¿Con que podemos ceñir nuestro lomo? Esto es con Jesús, quien es la verdad. Si Jesús es el pilar de su vida devocional, es el centro de su vida, entonces no temerá la
tempestad, porque no será conmovido. Ni la muerte, podrá con Jesús, porque el murió y resucito de entre los muertos, venciendo a la muerte. Por tanto debemos ceñir nuestro lomo con Jesús, tener al Señor en el centro de nuestro corazón; entonces no seremos conmovidos ante los vientos huracanados, ni el valle de sombra de muerte.
En Juan 14:6 dice“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi”. Si tiene ceñido su lomo con Jesús, no deambulara, pero caminara con pasos seguros hacia el reino de los cielos.
En Efesios 1:13 dice“En el también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en el, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa”. Si ceñimos nuestro lomo con la verdad, recibiremos la salvación, y el Espíritu Santo morara en nosotros. Por tanto nuestra obligación esta en examinarnos diariamente, si estamos llenos de Jesús, si estamos ceñidos de la verdad. Pero si estos ceñidos de las filosofías, de las ciencias, de las diversas religiones y de los conocimientos de este mundo, seremos destruidos por las tempestades de este mundo, de los terremotos de la muerte. De modo que debe meditarse siempre.
Segundo, debe vestirse de la coraza de la justicia. La coraza de la justicia significa, protegerse el pecho. Si trata de protegerse su pecho con las diversas obras de ética y moral, padecerá inmediatamente el ataque de la conciencia. Según los diversos psicólogos detrás de las diferentes personas que sufren de debilidad mental, de temores, de locuras están los sentimientos de culpabilidad.
El hombre a diferencia del animal, sufre de la acusación de la conciencia. Porque el hombre es imperfecto, padecerá de la acusación de la conciencia y cuando la conciencia le acuse constantemente, se derrumbara.
En Romanos 3:20 dice“Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”. Mientras tratamos de vivir cumpliendo las leyes, nuestras faltas son más expuestas al aire libre, mientras trate de vivir moralmente, lo inmoral que guardaba en su corazón, sale a la luz. De modo que el apóstol Pablo dijo“Miserable de mí, quien me librara de este cuerpo de muerte”. Las obras humanas nos llevaran mas a la destrucción. El ataque del diablo penetrara el corazón. ¿Qué es la coraza de la justicia?
Estos son el perdón y la justicia que Cristo compro con su sangre preciosa. Si nos vestimos de la coraza del perdón y de la justicia que Cristo nos entrego, el diablo no podrá atacar a nuestro corazón. Cristo murió en nuestro lugar, derramo toda su sangre en la cruz, para limpiar el pecado del hombre tanto el presente, el pasado, como el futuro. Cuando Jesús dijo“consumado es”, se refirió que todo nuestro pecado fue liquidado eternamente. Por tanto si nuestra fe está basada en la sangre del Señor, estamos protegiendo nuestro pecho con la justicia de la sangre de Cristo. Aunque sea acusado, sabe que tiene perdón por medio del arrepentimiento, y justicia por medio de la sangre del Señor, que nos mantiene en paz a nuestro corazón.
En Romanos 5:9 dice“Pues mucho mas, estando ya justificados en su sangre, por el seremos salvos de la ira”. Por mucho que el diablo traiga tormenta de acusación, estamos seguros, porque nuestro corazón está protegido con la justicia de la sangre del Señor. Porque somos justificados y perdonados. Por tanto debe agradecer al Señor por su sangre preciosa y depender de la justicia del Señor.
Tercero, debemos calzarnos los pies con el apresto del evangelio de la paz. Algunos caminan descalzos, y se gloria; viven sujetos al humanismo, a su propia capacidad, pero lo cierto es que ellos no podrán jamas liberarse de los temores, de las desesperaciones, ni de los dolores. Nosotros no sabemos lo que sucederá después de esta hora, o después de este día. Nadie nos podrá asegurarnos que seguiremos vivos hasta que termine el día. Todo esto nos indica que estamos viviendo en un mundo de inciertos. Que nuestras fuerzas y poderes tienen límites. Por tanto vivir descalzo sujeto al humanismo, indica que su corazón no hallara la paz. Pero nosotros tenemos paz en Cristo Jesús, porque el Señor preparo por nosotros el camino; el de antemano, preparo por nosotros el camino de paz. El Señor nos proveyó del calzado de prosperidad en el alma. El proveyó en la cruz, el calzado del perdón, de la llenura del Espirita Santo y del gozo.
En Titos 3:6-7 dice“el cual derramo en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. De modo que nosotros al creer en el Señor, tenemos sin costo el calzado de prosperidad en el alma. El que no cree en el Señor, su alma está muerta, desierta; mas nosotros en Cristo Jesús, tenemos a nuestra alma renovadas, siempre en comunión con Dios, y gozándonos del perdón y de la paz.
Luego el Señor nos proveyó del calzado del bien en todas las cosas. El unió a bien la maldición y la pobreza. En II Corintios 9:8 dice“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena Asimismo en Romanos 8:28 dice“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Así el proveyó de calzado de bien en todas las cosas; nosotros mientras vivimos en este mundo padeceremos días buenos y días malos, días de salud y de enfermedad, días de sol y de lluvia, pero si en todo Dios está con nosotros, ellos nos ayudaran a bien. Josa dijo a sus hermanos: Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encamino a bien. De manera que si nosotros dependemos del Señor que tiene poder sobre los cielos y la tierra, el obrara por nosotros para que todas las cosas nos ayuden a bien. Este es el calzado de bien en todas las cosas. También el Seno proveyó del calzado de salud. Es decir, derramo su bendición de sanidad y salud.
En I Pedro 2:24 dice“Quien llevo el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”. Pues Jesús mismo llevo nuestras dolencias en la cruz, y es su deseo que todo aquel que crea en el reciba sanidad. Asido de esta promesa, debemos orar fervientemente para vencer así a las enfermedades. Esto es el calzado de salud.
También dice el Señor que nuestros pies estén calzados del evangelio de la paz. ¡Cuán importante es la paz del corazón! Porque cuando un corazón padece constantemente de temores, de incertidumbres, y de terrores, la felicidad perderá su lugar. Para gozar de la felicidad, el primer requisito es tener paz en el corazón. Pero Cristo caminando antes que nosotros, preparo este camino de prosperidad, este camino de paz. Por tanto por medio de la fe calcemos nuestros pies del evangelio de la paz.
Cuarto, dice la palabra que debemos tomar el yelmo de la salvación. La mente del hombre es la fuente de todo pensamiento y de ideología. Si no se protege a la mente, el diablo sembrara sus pensamientos inmundos en nuestros pensamientos, para que asa nos alejemos de Dios. Todos los días nuestra mente es invadida de lo mundano; por medio del Internet, por medio de la TV, o por medio de las revistas. Son informaciones mundanas que nos invaden a nuestra mente como una inundación.
En Proverbios 4:23 dice“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de el mana la vida”. Si la fuente de la vida está contaminada de lo mundano, nuestra vida en si sufrirá desbarajuste. De dentro de la fuente de la vida deben desbordar aguas de la vida; de manera que debemos llevar el yelmo de la salvación en nuestra mente. Esto nos ayudara a evitar que los pensamientos inmundos que el diablo use para penetrar a nuestra mente, no puedan encontrar cavidad. ¿Cómo podemos llevar el yelmo? Una vez que tengamos la salvación, debe tener certeza en su corazón y grabárselos a la mente que ya no es más el viejo hombre. En Colosenses 1:13 dice“El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. Nosotros estamos viviendo no en este mundo, sino con Jesús en su reino. En 2Corintios 5.17 dice“De modo que si alguno esta en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Ahora es una persona perdonada, llenos del Espíritu Santo, de sanidad, de bendición, y de vida eterna. Por tanto debe grabarse estos pensamientos en su mente. En I Pedro 2:9 dice“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable”. Teniendo certeza en la palabra de Dios, debe guardar esta palabra en su mente, así nuestros pensamientos estén llenos de las cosas del reino de Dios; para que así el mundo no pueda agitar de ninguna manera a su corazón, debe llevar el yelmo de la salvación sobre su mente. Por tanto su corazón siempre debe estar seguro que tiene salvación por medio de Cristo, saber que lleva el yelmo de los Cinco Evangelios y las Tres Bendiciones, entonces no será conmovido.
Quinto, debe tener el escudo de la fe. El diablo sin cesar lanzara dardos hacia nosotros, dardos de fuego; por tanto, debemos tener con que protegernos. Esto es el escudo de la fe. Pero muchos siguen a sus sentidos, y conocimientos, ellos no practican la fe. Porque los sentidos son realistas y se esclavizan por sus conocimientos. Pero sabemos que las circunstancias son variables. Así el que siga a los sentidos no tendrá paz; porque cuando sopla viento en un lago, las aguas vacilan, así también el mundo cambia de un momento a otro, de modo que no hallara paz. Pues, el que siga a sus sentidos no podrá vivir conforme a la fe, porque los sentidos varían de acuerdo a las diferentes circunstancias.
En I Timoteo 6:20-21 dice“Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas platicas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo”. Así pierden la fe.
En Santiago 1:6 dice“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. Así el que siga a los sentidos será arrastrada por el viento. Más nosotros debemos seguir a los conocimientos de revelación. Sea cual sea la situación debe estar firme en la palabra de Dios, mirar solo al, y no dejarse arrastrar por la circunstancia. Hermanos, la palabra de Dios llego a nosotros por medio de revelación y no por circunstancia. La palabra de Dios llego de los cielos y no se hizo en la tierra; por tanto debemos siempre tener fija nuestra mirada en el Señor, tomar su palabra y tenerle fe a su promesa.
En Hebreos 11:6 dice“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Así también en Hebreos 10:38“mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradara a mi alma”. En I Pedro 5:7 dice“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
El salmista dijo“Alzare mis ojos a los montes; ¿De donde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. ¿Por qué alzara sus ojos a los montes? Porque el monte es inconmovible ante lluvias, vientos y de catástrofe. La historia humana sufre variación, la sociedad sufre cambios, llega gente y se va, pero el monte es inconmovible. Así es Dios, permanece firme. Por tanto debemos alzar nuestros ojos a los montes y ver a Dios y dependernos de él, porque él no cambia. Cuando camine confiado en el Señor, usted se habrá convertido en hombre de fe. Al que viva con esta fe, el diablo no le podrá tocar para hacerle caer. El diablo siempre tentara al que sigue a los sentidos, pero si usted no da crédito a sus sentidos y sigue apoyado en el Señor, el diablo huira de usted por siete caminos.
Sexto, debe tomar la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Cuando usted salga a la guerra necesitara usar la espada para derrotar al enemigo. Asimismo nuestra arma es la palabra de Dios, la espada del Espíritu. No trate de usar sus conocimientos, ni teorías humanas contra los ataques del diablo; utilice la palabra de Dios. Adán y Eva cayeron porque discutieron con la palabra de Dios. El diablo es muy astuto, nos llevara a una polémica, pero no debemos caer en ella. Cuando Dios dijo“del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”; estas palabras no estaban sujetas a una discusión, esto era una orden de Dios. Pero llego el diablo y le pregunto
“Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”. Y Eva le contesto “Del fruto de los arboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocareis, para que no muráis”. Mas el diablo insistió que no morirían, que si toman del árbol sus ojos serian abiertos y serian como Dios, sabiendo el bien y el mal. Cuando el hombre empieza a disputar con el diablo, caerá en su astucia y de su lógica. Por lo demás nosotros debemos estar siempre sujetos a la palabra de Dios, de la espada del Espíritu, para que cuando llegue el diablo podamos señalarle la palabra de Dios diciéndole“esta escrito”“dice la Biblia”. El diablo quiso disputar hasta con Jesús.“Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”; mas Cristo le respondió diciendo “Escrito esta: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boda de Dios”. La Biblia no nos ensena que debamos sentarnos a discutir con el diablo. En I Juan 3:7 dice“Hijitos, nadie, os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”.
En Hebreos 4:12 dice“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. De manera que debemos estar firmes en la palabra de Dios, y no dar lugar al diablo, ni a sus asechanzas. El diablo usando la lógica de la codicia, trata de convencernos. Pero si usted empieza a disputar con el diablo sobre el tema, será convencido; no podemos vencer al diablo con sabiduría humana. Necesitamos la sabiduría de Dios, la palabra de Dios, porque necesitamos hacerle frente con la espada del Espíritu. Asa tendremos victoria. El que lleva puesta guantes, ropas gruesas y gorros, para protegerse del frio, no temerá la tempestad, ni el viento huracanado. También el que lleva vestido la armadura de Dios, no será conmovido en donde quiera que se encuentre. Así como el que no está bien abrigado y sale al frio del invierno, muere congelado, también el cristiano que no esté vestido de la armadura de Dios, morirá espiritualmente en este mundo. Por tanto siempre debe ceñirse su lomo de la verdad de Jesús, del conocimiento del Señor; lleve la coraza de la justicia del perdón y justicia por medio de la sangre del Señor, así podrá ser justificado de la acusación de la conciencia. Lleve el yelmo de la salvación, por medio de la cruz, el hombre viejo paso, mas ahora es una nueva criatura, una criatura que goza de los Cinco Evangelios y las Tres Bendiciones. Calce sus pies del evangelio de la paz. Corra hacia el mundo con los calzados del perdón, de salvación, de prosperidad, de bendición, de salud y de sanidad. Llevando los calzados que proveyó el Señor, debemos correr hacia el mundo. Asimismo debemos tomar el escudo de fe, no vivir sujeto a los sentidos, ni a los conocimientos; mas viva con la palabra de Dios. No disputa con el diablo. Siempre debe hacerle frente al diablo con la espada de la palabra. Así debemos armarnos, entonces los vientos que traiga el diablo, ni las tempestades nos podrán congelarnos. Los venceremos en la fe, y una vez más gozaremos de prosperidad en todas las coas, prosperidad del alma, y salud.

COMENTARIO AMOR JESUS David Yonggi Cho De Las Desesperaciones Del Árbol De Carcel

De gusano a Mariposa -- Margarita Auffret


De gusano a mariposa
por Margarita Auffret
Aceptar la voluntad de Dios puede hacer la gran diferencia entre vivir una vida abundante o vivir frustrada y amargada



«Será como el cambio que sufre el gusano cuando se transforma en mariposa» —le expliqué a mi hijo Oscar, de veintisiete años de edad, quien, acostado en su cama, me observaba con ojos serios y con un atisbo de temor en ellos.

Oscar, quien desde su llegada al mundo padeció de distrofia muscular progresiva y un leve retraso mental, había adquirido experiencia sobre limitaciones físicas y mentales. Desde niño fue lento para caminar y correr, y nunca alcanzó su anhelo: dar una sola patada de karate, que, en su momento, lo frustró mucho. A los doce años empezó a usar una silla de ruedas, la cual pronto se integró a él. En casa, su padre, Michelle, su hermana mayor, y yo nos acostumbramos a ella, como un ama de casa se acostumbra a su delantal. Sentar a Oscar en su silla se convirtió en una actividad natural, puesto que ya formaba parte de su diario vivir y en ella podía trasladarse a donde quisiera y llevar a cabo sus actividades.

Asombrada observé su rostro, pues días antes me había insistido que no quería que le hablara de la muerte. «No me hables de eso, mami, que yo no me voy a morir todavía»Sentada al lado de la ventana de su cuarto, miré con intensidad a mi hijo, mientras trataba de tragar el nudo que se había formado en mi garganta. Antes de hablar con Oscar, había orado pidiéndole a Dios que me diera las palabras adecuadas para que él me entendiera, así que elevé una rápida oración mental para pedirle de nuevo ayuda.

«¿Recuerdas el proceso de la metamorfosis del gusano?, ¿cuando deja el capullo y se convierte en mariposa, y por fin consigue volar? Es parecido a lo que te sucederá. Dejarás este cuerpo y, entonces, cuando estés con el Señor Jesús, lograrás volar con un cuerpo diferente. Allá podrás caminar y correr, pero lo más importante es que estarás con él y podrás verlo, para siempre. Yo también, cuando él lo decida, partiré y estaré con él y contigo. Tú solamente te adelantarás.»

«Será como si te quedaras dormido, sólo que, en esta ocasión, cuando te despiertes, verás el rostro del Señor Jesús. Sé que todos sentimos miedo a lo desconocido, pero Jesús te estará esperando. ¿Te imaginas, Oscar? ¡Qué alegría!, ¡qué bendición!, ¡verás a Jesús!»

«No tengo miedo, mami» —me respondió él.

Seguía sentada en la misma posición, frente a su cama. El murmullo que hacía el motor del colchón de aire nos acompañaba. Asombrada observé su rostro, pues días antes me había insistido que no quería que le hablara de la muerte. «No me hables de eso, mami, que yo no me voy a morir todavía» —me había indicado con ansiedad. Pero ahora, con total seguridad, me había respondido que no sentía miedo.

Permanecía sereno y lúcido y me miraba con ojos limpios y tranquilos; el temor se había retirado de ellos. Entonces agradecí en mi corazón a Dios por aquella paz en mi hijo y me maravillé en ese momento tan especial con la certidumbre de que Él estaba allí con nosotros. «Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús».

Trataba de preparar a Oscar para su partida hacia su Creador, ya que, en verdad, su cuerpo estaba exhausto y al borde de la inanición. Por la dificultad de respirar y el esfuerzo por lograrlo, los médicos le habían recetado morfina para ayudarlo a relajarse para que consiguiera respirar con más tranquilidad. Le administrábamos oxígeno, porque sus pulmones ya habían colapsado, por lo que el concentrador de oxígeno estaba conectado casi siempre produciendo un sonido molesto, al cual nos resultó difícil acostumbrarnos. Yo lo había apagado para este momento íntimo.

«Sólo es cuestión de tiempo» —me advirtió la amable doctora que vino a visitarlo a casa.
Oscar era tan amable y generoso que cuando, con dedos torpes, le puse la primera inyección de morfina y lo lastimé, me observó e inmediatamente me tranquilizó:

«No te preocupes, mami, yo sé que no lo hiciste a propósito, la próxima vez lo harás mejor».

Michelle y yo siempre supimos que Oscar, a pesar de su debilidad física, era el más fuerte de los tres. Ambas conocíamos su franqueza y cuán directo era para opinar sin ofender. Sabíamos que podíamos acudir a él si deseábamos una opinión sincera y hasta se disculpaba si entendía que su sentir en el asunto no nos agradaba. Sus respuestas no estaban llenas de muchas palabras, pero sí eran objetivas y sensatas.

Oscar asumió un papel de protector de su hermana y mío. Sentíamos su protección incluso el último año cuando ya permanecía la mayor parte del tiempo en cama. Esa actitud salía a relucir cuando se molestaba por algún incidente desagradable que nos hubiera sucedido a Michelle o a mí y protestaba indignado haciéndonos sentir su solidaridad incondicional hacia nosotras.

Aun cuando a veces me impacienté debido al cansancio físico de cuidarlo día y noche, mi amado hijo sabía y me manifestaba que podía contar conmigo, pues siempre estaría allí para él.

Suspirando, extendí mi mirada hacia la calle.

«Oremos, Oscar». —le pedí.

Él cerró sus ojos y yo oré entregando la vida de mi hijo a Aquel que lo amó y dio su vida por él.

Besé la frente de Oscar y encendí el concentrador de oxígeno.

Dios me dio este hijo, quien permaneció enfermo toda su vida, pero fue a través de él y por el largo trecho que recorrimos juntos que aprendí del Señor que, sólo aceptando Su voluntad como la mía, podría experimentar la paz que sólo Él da y el gozo que resulta de dejar que Él viva a través de uno. Aprendí de Él que con un corazón rebelde hacia Dios no conseguiré construir nada para la eternidad, pero sí, si dejo que Él alcance su propósito en mi vida y en la vida de aquellos a quienes amo.

La aceptación de Oscar de la voluntad de Dios lo ayudó a afrontar la vida con serenidad y a vivir buscando lo que sí era capaz de lograr y no lo que jamás alcanzaría a hacer, lo llevó a dejar la frustración a un lado y a seguir avanzando hacia adelante, viviendo cada día a la vez, sin preocuparse por el mañana.
Cuidé a Oscar estando atenta a sus necesidades, cuanto más Él, que es la perfección absoluta, me cuidará a mí.Su confianza en mí me ha motivado a desear construir esa misma confianza hacia mi Padre celestial, porque si yo, que soy una mujer imperfecta, todavía en construcción, cuidé a Oscar estando atenta a sus necesidades, cuanto más Él, que es la perfección absoluta, me cuidará a mí. Me tienen sin cuidado las circunstancias por las que atraviese, Él siempre está conmigo, siempre delante de mí, siempre mirándome con amor, siempre perdonándome cuando arrepentida le pido perdón, siempre recibiéndome de nuevo, siempre alentándome a continuar en Su camino, siempre atrayéndome hacia Él.

Días después de esa conversación, Oscar partió hacia su Creador. Ahora está libre del cuerpo que lo aprisionaba, libre para siempre con su Señor y Salvador. Hoy goza de vida en abundancia y, por fin, mi hijo de grandes y dulces ojos está sano. Ahora está delante de Aquel que lo esperaba con los brazos abiertos y junto a Él, puede volar. Sólo espera la resurrección.
La autora es salvadoreña, residente en Costa Rica. Vive con su hija Michelle en Cartago, y se congrega en la iglesia Cristo Viene, en esa ciudad. Perteneció a la Asociación Nacional de Distrofia Muscular, y después de la muerte de Oscar, colaboró, por algún tiempo, con Uno en Cristo (para familias de niños con discapacidades), un ministerio del Foro CAPAZ, de VIVA. Se publicó en Apuntes Pastorales XXVII-5, edición de mayo/ junio de ©2010.

Cuando la pérdida engendra vida




- Bosquejo compartido por: José Luis Romera (pastor de la Comunidad Cristiana, San Juan, Argentina)
- Texto Bíblico base: 1 Samuel 30.1–6

1 Samuel 30
David derrota a los amalecitas
1 Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a Siclag, y habían asolado a Siclag y le habían prendido fuego.


2 Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.

3 Vino, pues, David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada, y sus mujeres y sus hijos e hijas habían sido llevados cautivos.

4 Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.

5 Las dos mujeres de David, Ahinoam jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal el de Carmel, también eran cautivas.(A)

6 Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció
en Jehová su Dios.

Durante años David había estado huyendo de Saúl, quien buscaba la forma de atraparlo y darle muerte. David y sus hombres moraban en el desierto y periódicamente realizaban incursiones en la región para obtener provisiones para ellos y sus familias. Al regresar, de una de estas campañas, a su campamento, en Ciclag descubrieron que los amalecitas lo habían atacado durante su ausencia. Habían asolado el campamento y llevado cautivas a las mujeres y a todos los que habían quedado en él. Encontrar este desastre provocó una crisis inmediata y profunda para David, rápidamente, sus hombres le echaron la culpa de lo sucedido y hasta lo amenazaron con darle muerte.

Siempre resulta difícil buscar al Señor en medio de la tormenta si no era esta nuestra costumbre cuando nos iba bien en la vida.Introducción:
El apóstol Pedro le escribió a los discípulos del primer siglo: «Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo» (1Pe 4.12). Algunos, evidentemente, consideraban que caminar con Cristo representaba la garantía de no sufrir las dificultades y los contratiempos que son comunes a todos los hombres.

No obstante, Pedro quería que el pueblo de Dios tuviera en claro que el «fuego de prueba» sería parte normal de la vida de ellos en Cristo. En lugar de motivarnos a buscar una vía que nos asegure una vida sin dificultades, somos llamados a imitar el ejemplo que nos dejaron quienes nos han precedido en la fe. Ellos nos indican cómo debemos conducirnos cuando somos golpeados duramente por las desgracias que ocasionalmente nos tocan sufrir.

Desarrollo:

1. Las crisis están más allá de nuestro control (1Sa 30.1–2)
No ocurrió por un descuido de David, ni por alguna imprudencia que él hubiera cometido que su campamento fue asolado. David era un hombre bueno, temeroso de Dios, sumiso a su Palabra. No obstante, sufrió duros reveses. Nadie ejerce control sobre la totalidad de los eventos que sobrevienen a su vida. A todos, tarde o temprano, nos toca ser golpeados duramente en algún aspecto: familia, padres, hijos, relaciones, carrera profesional, pertenencias o salud personal. No se trata solamente de que no podemos evitar estas desgracias, sino de que, al vivirlas, nos hacemos uno con una multitud de siervos y siervas de Dios que sufrieron duramente el golpe de la adversidad. Así pasó con José, a quien sus hermanos vendieron como esclavo; con Moisés, cuya gente más allegada lo cuestionó por pura rivalidad; con David, al cual persiguió Saúl durante doce años; o con Jesús, que sufrió la traición de sus más íntimos seguidores.

2. La crisis golpea nuestra humanidad (1Sa 30.3)
El texto indica que, frente a la desolación del campamento, «David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron, hasta que no les quedaron fuerzas para llorar» (2). El llanto es una emoción normal en situaciones de crisis; constituye la «válvula de escape» para el torbellino que experimentan nuestras emociones. Aunque algunos asocian la madurez con no llorar, las lágrimas son un regalo de Dios para aliviar tensiones y derramar, ante él, nuestras almas. No está mal que lloremos ni tampoco que reconozcamos la fragilidad en la que nos hallamos. José lloró ante el regreso de sus hermanos; David lloró ante la pérdida de Jonatan; Jesús lloró frente a la tumba de Lázaro y los ancianos lloraron cuando despidieron a Pablo en Mileto. Reprimir las lágrimas produce una tensión interior que se manifestará, más adelante, en ira o depresión.

3. La crisis prueba nuestras convicciones (1Sa 30.6)
El texto señala que «David estaba muy angustiado porque la gente hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba amargado, cada uno a causa de sus hijos y de sus hijas». La reacción más común en situaciones de crisis es que el corazón se llene de amargura.

Pablo exhorta a los efesios: «Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo» (4.26–27). Cuando no logramos resolver rápidamente esos sentimientos, comienzan a envenenar nuestro interior. «Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados» (He 12.15). Cuando el enojo se instala en el corazón del hombre, el Señor encuentra la puerta cerrada y, automáticamente, se abre otra que le da paso al diablo. Este último utilizará esa condición para destruir por completo todo lo bueno en esa persona. La amargura lleva, también, a que ataquemos a los que están más cerca de nosotros, echándoles la culpa por los eventos.

Debemos desarrollar la absoluta convicción de que la perspectiva del amargado nunca es espiritual. La persona amargada adopta una postura airada hacia la vida, por la cual no acepta correcciones, porque lo único que reconoce es el dolor de su propio corazón.

4. La crisis ofrece la mejor oportunidad para buscar a Dios (1Sa 30.6)
David conocía bien los peligros de dar campo a la amargura. Por esto, el texto relata que «David se fortaleció en el Señor su Dios». Entendía, tal como él mismo lo expresó en el Salmo 51, que los hijos de Dios no pueden vivir aplastados por la tristeza: «Restitúyeme el gozo de Tu salvación, Y sostenme con un espíritu de poder» (12). Así como el enojo y la amargura convierten en infructuosa la obra, el regocijo y la alabanza al Señor, también preparan el camino para producir buen fruto. David buscó al Señor porque sabía que en él encontraría las fuerzas y la gracia que él no poseía en sí mismo. Del mismo modo, en medio de la crisis, el lugar al que debe primeramente acudir el discípulo es la presencia del Altísimo. Allí deberá entregar su angustia y esperar que el Señor lo ministre, que le manifieste la perspectiva celestial de la situación.

Este proceso puede ser tan intenso como la misma lucha que sostuvo Jesús en Getsemaní. Tuvo que volver tres veces a orar hasta que aseguró la óptica correcta de lo que venía por delante. Y así lo afirma el autor de Hebreos, cuando comenta: «quien por el gozo puesto delante de El soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios» (12.2).

Conclusión:
A David le resultó natural entrar a la presencia de Dios, para fortalecerse, porque este proceso se había convertido en un hábito en su vida. En el Salmo 25, declara: «A ti, OH Señor, elevo mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, que no se regocijen sobre mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de los que esperan en ti será avergonzado; sean avergonzados los que sin causa se rebelan. Señor, muéstrame tus caminos, Enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. Acuérdate, OH Señor, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas» (1–5).

Siempre resulta difícil buscar al Señor en medio de la tormenta si no era esta nuestra costumbre cuando nos iba bien en la vida. La amargura del momento nos seduce a mirar hacia adentro, a concentrarnos en la intensidad del dolor que estamos padeciendo. Solamente aquellos que han disfrutado en pleno de las delicias del Señor resistirán esta tentación y fijarán, sin titubear, los ojos en Aquel que es la esperanza de los que enfrentan dificultades.