GALATAS 9 -- Lo fatal de volver a la Ley

GÁLATAS

RETOS DESDE LA CRUZ

GÁLATAS – LA EPÍSTOLA DE LA CRUZ Y EL ESPÍRITU SANTO (9)

La consecuencia fatal de volver a las obras de la ley

Gálatas 5: 2-15

Dr. G. Ernesto Johnson

Río Grande Bible Institute

Introducción

En Gálatas 1 y 2 Pablo presentó las credenciales de su apostolado para apoyar su mensaje de la Cruz. En Gálatas 3 y 4 defendió la exclusividad de la fe y la gracia de Dios en contra de las restricciones y condenas de la ley. Ahora en Gálatas 5 y 6 establecerá el cómo andar en la libertad del Espíritu Santo, poniendo tal vida victoriosa en agudo contraste con la carne provocada por la ley.

Pablo ha comprobado su tesis principal: agregar algo, sea lo que sea, a la obra de Cristo en la Cruz es anular dicha obra de gracia. Volver a la esclavitud de la ley y las obras humanas es relegar la obra de Cristo a la basurera. Tal rumbo tornaría la gracia de Dios en un error monumental divino. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gal. 2: 21). Tal error colosal no pudiera ser posible nunca.

Pablo define el resultado definitivo de tal vuelto atrás Gálatas 5: 2-6

El Apóstol a los gentiles habla ex cátedra (desde el tribunal del juez final) al pronunciar la sentencia de volver a la ley. “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (5:2). Es como una bomba por destallar. No hay grados ni medidas de provecho en Cristo. Al decir «si» tenemos en griego una condición futura vívida de la tercera clase que implica una perspectiva de la responsabilidad humana de lo que se teme posible sin que sea necesario lo de ya haber ocurrido Esto explica el afán de Pablo, pero su profunda urgencia al decir tal cosa tan extremosa. Su tono se vuelve severo, pero todavía no espera tal fin desastroso.

El argumento es ésta. “Circuncisión es el sello de la ley. El que de buena voluntad y deliberadamente se deja circuncidar entra en un pacto con la ley. Al entrar en ese pacto para cumplir con toda la ley uno sigue obligado a someterse a ella y no puede pedir más la gracia de Cristo porque ya entró en otro modo de justificación.” Tan claro es el argumento que lo repite casi a pie de la letra en verso 3. Hace hincapié en que si tomasen los gálatas ese rumbo hacia la ley, anularían y harían impotente la obra de Cristo. Esto es más que serio; es desastroso. Es el mismo verbo «katargeo» usado en Rom. 6:6 «destruir, anular». “De Cristo «os desligasteis», los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (5:4). Pablo habla en términos sólo de la doctrina de la justificación y no de la condición espiritual actual de los gálatas. Más adelante va a esperar su perseverancia en la gracia en Gál 5:10: “Yo confío respecto a vosotros en el Señor que no pensaréis de otro modo . . . .” Esto no tiene nada que ver con la dizque pérdida de la salvación. Los advierte de las posibles consecuencias si tomasen tal rumbo peligrosísimo.

Pone Pablo en contraste la posición segura de los verdaderos creyentes por definir en breve la esencia de nuestra unión con Cristo. “Pues nosotros (pudiera él incluir aun a sus amados gálatas Gál. 4:19) por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia” (5:5). Volver a la ley resulta en la pérdida, el abandono de lo que es nuestro mayor tesoro. En estos dos versos Pablo vuelve a la tríada bendita de la fe, la esperanza y el amor. En unión con Cristo mantenida por fe, no por las obras de la ley, Dios nos garantiza el ministerio del Espíritu Santo, haciéndonos capaces de esperar con toda certidumbre la plena herencia nuestra en Cristo. Al mantener estas tres virtudes disponibles en unión con Cristo en su debido balance “ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (5:6).

Su oposición fuerte frente a la circuncisión en Gál. 5:2-4 fue que tal acto tomada en base de la ley buscaría en sí las obras como si fuesen la manera de alcanzar la justicia ante Dios. Pero ya en unión con Cristo basta él solo en todo sentido; luego tal rito presente o ausente ni agrega nada ni quita nada. En lugar de las obras nuestras, otra obra a favor nuestro, la obra de Cristo por el Espíritu de Cristo basta. La fe viene siendo la base de su operación y produce el amor que resulta en nuestras muchas ganas esperando nuestra esperanza segurísima.

Aquí Pablo y Santiago coinciden. Pablo pone el énfasis en la fe redentora concedida por el Espíritu que resulta en el amor hacia Dios y su prójimo, es decir, en obras que dan evidencia de la verdadera fe. Santiago niega la fe falsa, es decir, quien meramente dice que tiene fe y no la pone en acción hacia los demás (Santiago 2:19-27). Santiago habla de la fe ficticia y la verdadera; Pablo sólo habla de la verdadera fe produciendo el fruto de amor que nos conduce a nuestra bienaventuranza, la venida inminente de Cristo.

Otra advertencia del corazón de Pablo y otra condena del judaizante Gál. 5: 7-12

Pablo vez tras vez apela a sus amados hijos en la fe. Así empezó la carta. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia” (1:6). “¡O gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” (3:1). “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (4:11). “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (4:19). Vuelve a su ansiedad espiritual. “Vosotros corráis bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? (5:7). La figura literaria es de un corredor bloqueado por otro corredor que hace que se pierda su ritmo y posición. También el verbo es de lo militar, algo que hace imposible atravesar el camino por ser hecho imposibilitado.

Pablo afirma que tal persuasión no viene de Dios sino de unos pocos como levadura, símbolo siempre de lo malo que hace echar de perder toda la masa (1 Cor. 5:7). Pero en Dios confía Pablo, no en los méritos de los hermanos. Hay esperanza y confianza en Dios. Pero que tal, sea quien sea, quien los perturbe, sea juzgado por Dios. Como en los salmos imprecatorios no es malo desear que el malo sea juzgado severamente por Dios quien es siempre el juez justo y santo a la vez.

Pablo niega la alegaciones falsas de los judaizantes contra su persona Gál. 5:11-12

De repente parece que hay cambio de rumbo. Nos falta el trasfondo para desenredar las alegaciones. Se supone que sus enemigos usaban lo de Timoteo y su circuncisión para acusar a Pablo de la hipocresía. Decían que predicaba en contra de la circuncisión, pero lo practicaba él mismo. Pablo responde: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿Por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz” (5:11). El uso de «si» es condición de primera clase sólo por el argumento. Lo de circuncidar a Timoteo fue al empezar el segundo viaje misionero. “Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él, y tomándolo, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego” (Hechos 16:3).

Pero Lucas, el autor de los Hechos, clarifica que Pablo lo hizo como una preventiva de futuros problemas cuando aún predicaba primero a los judíos en las sinagogas. Lucas aclara que la madre de Timoteo era judía, pero su padre gentil y posiblemente no creyente; de ese matrimonio mixto no habría sido circuncidado Timoteo. Pablo lo ordenó sólo en aquel aislado caso para prevenir complicaciones en su ministerio principiador.

Luego ante el Concilio de Jerusalén cuanto Bernabé y Pablo ascendieron a Jerusalén para tratar el problema acalorado de la ley y la circuncisión (Hechos 15:1-35), llevaron a Tito, un gentil. “Mas aun Tito, que estaba conmigo, y con todo y ser griego no fue obligado a circundarse y esto a pesar de los falsos hermanos . . . a los cuales ni por un momento accedimos a someternos para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros (Gal. 2: 3,5). Pablo tenía razón en diferenciar los dos casos.

El primero caso involucró un medio gentil, Timoteo, uniéndose a un equipo de judíos para empezar el ministerio en la sinagoga de los judíos. Fue acto aislado motivado por la discreción y prudencia. El segundo caso fue que el Concilio iba a resolver el mismo problema de la ley; triunfó la gracia de Dios con ningún compromiso para con los judaizantes.

El escándalo de la Cruz una verdad reinante Gál. 5:11

Al poner esto Pablo hace a los gálatas la pregunta lógica: ¿por qué padezco persecución todavía? Y luego introduce una verdad fundamental: en tal caso si fuera así se ha quitado el tropiezo de la cruz. La palabra original nos da la idea del escándalo de la Cruz. Originalmente la palabra «tropiezo» se refería a una trampa para hacer caer un animal. El evangelio de la gracia de Cristo siempre ha sido tropezadero al mundo, a la carne y al diablo. La Cruz siempre ha generado y generará la reacción negativa. Pablo nunca ha evitado la vergüenza, el escándalo de la Cruz, Lejos de evitarlo lo afirma como su corona y jactancia. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Cor.1:23). Dios nos libre que jamás seamos ofendidos por el estigma santo de la Cruz de Cristo. “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo” (Gál. 6:14). ¡Al terminar la carta, esto fue la despedida de Pablo a los gálatas!

Para los que perturban a los hermanos y no toleran el escándalo de la Cruz, Pablo les tiene una palabra más. Es bien severa y cortante: “¡Ojalá se mutilasen los que so perturban! ¡Qué sean eunucos! Si su gloria es cortar, que sean cortados. Con tal odio santo Pablo los despacha.

Una Palabra de cautela espiritual frente a la libertad, nuestra herencia Gál. 5: 13-15

Gálatas 5: 1 se destaca con el llamado a la libertad. “Estad firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.” Pero ahora Pablo la pone en buena perspectiva bíblica. Gócense de la libertad en Cristo, pero recuerde bien que tal libertad nos hace esclavos de Cristo y al servicio de los demás (Rom. 6:17, 18, 22). “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (5:13). Es verdadera la libertad, pero no es el libertinaje carnal. El péndulo puede mecerse al otro extremo, pero la vida victoriosa en Cristo es una vida balanceada gobernada por el amor, la santidad y la humildad.

Hay una nota interesante en la palabra de «ocasión». Significa una base militar desde la cual se lanza la guerra. También Pedro más adelante les escribe a los mismos gálatas (1Pedro 1:1) y dice: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad, como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16).

Por el resto de la epístola Pablo va a hablar muchísimo de la carne (Gál. 5:16), la vida vieja (Rom. 6:6), la pasada manera de vivir (Efesios 4:22). El tema será el Espíritu Santo y la carne. En estos dos capítulos tendremos un desarrollo práctico de cómo se lleva la vida cristiana.

La ley puede ser a primera vista un vehículo bueno para restringir los deseos de la carne. La ley parece hacerlo por sus fuertes prohibiciones. Pero Pablo nos recuerda en Col. 2:23: “Tales cosas (guardar días y reglas) tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.” Pero sólo el Espíritu Santo provee la dinámica para sobresalir en la lucha contra la carne, aun en la vida del más santo.

Pero estos dos capítulos 5 y 6 nos enseñarán otro factor tantas veces omitido; me refiero a la obra de la Cruz. Tantos hablan del control del Espíritu como si todo dependiese de él. Pero Gálatas nos dará la parte nuestra en dejar que la Cruz, nuestra muerte con él, nuestra resurrección con él sea el factor acompañante y suplementario a la obra bendita del Espíritu Santo. Romanos 8: 12,13 ponen en perfecto equilibrio estos dos factores: “Así que, hermanos, deudores somos, no la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas (1) si por el Espíritu (2) hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” La iniciativa es de él, pero la reacción es nuestra por fe. Es ese perfecto equilibrio y cooperación entre lo divino y lo humano, dejando siempre que lo divino sea la potencia y lo nuestro la cooperación de nuestra voluntad que ya va renovada en Cristo y todo es por pura gracia.

Principios profundos por ponderar

1. La ley y la gracia, las buenas obras nuestras y la fe son totalmente incompatibles. No hay nunca la manera de unirlas como la base de nuestra justificación ante Dios. (5:2)
2. Los judaizantes querían confundir a los gálatas por proponer agregar más allá de la obra de Jesús, en breve, la circuncisión y el guardar de los días etc. Pablo los advierte solemnemente que tal camino abandona la obra de Cristo. No puede ser este modo la justificación ante un Dios santo (5:4).
3. Pablo se acerca a tal abandono peligrosísimo por sugerir que si procediesen por ese camino, ya habría caído de la gracia. No lo afirma, pero los advierte y les da el alerta. (5:4)
4. Pero con su corazón pastoral Pablo cree aún que no han dado ese paso, ni lo darían porque Dios ha hecho una obra genuina en sus vidas.
5. Las implicaciones para nosotros son fuertes; La ley y las buenas obras en base de nuestra energía NO; la fe en la obra todo suficiente de la Cruz y el Espíritu Santo SÍ.
Tal es la vida victoriosa en Cristo que Pablo ampliará en el resto de capítulos 5 y 6.

Tuyo en el Mensaje de la Cruz,
Dr. G. Ernesto Johnson
Rio Grande Bible Institute
Edinburg, TX 78539

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7/25/2009

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